En toute cravate
Los zapatos terminan en punta y resultan demasiado incómodos. Son más largos de lo necesario y el tacón es muy escandaloso. El 'tac-tac' sirve como timbre para anunciar presencia ante las recepcionistas. La idea es mostrar un aire de suficiencia y prestancia. Cuestión de imagen y marketing. Por eso se hace necesario el disfraz, el nudo ahorcador y el saco que combina.
Pero las apariencias engañan. Detrás del traje planchado y el peinado lamido puede esconderse cualquier escoria, cualquier charlatán salido de la escuela del fracaso. Pero así son los estándares. 'Los calcetines no pueden ser más claros que el pantalón para evitar que la mirada del interlocutor se concentre en los pies'. Hasta lo absurdo tiene sus reglas. Y lo peor es que a veces pueden funcionar. Así que las respetamos, aunque sea un poco. Porque al final no nos hará daño jugar por unos momentos, a las modas y las buenas maneras.
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