Saturday, March 11, 2006

sleepwalkers

el caminante sigue su curso y no se detiene. la nieve no ataca como bombardeo, de arriba a abajo; sino como ráfaga de metralleta, horizontal y que entra
a la boca si se habla demasiado. si hay suerte y el viento decide descansar por un rato, la nevada puede ser hasta agradable. por lo menos al principio.
cuando la nieve es nueva es dócil y acepta cualquier forma que el capricho decida. las huellas son los ejemplos mas simples. cada paso queda tan fina y
limpiamente demarcado que da pena que otro venga enseguida y lo borre. huella de bota, huella de perro, huella de bicicleta. de rato en rato da ganas te tocar
la plataforma blanca y uniforme que se forma sobre las jardineras, perfectamente plana. pero la mano toca esa masa blanca y siente que se congela y se paraliza
por un instante. entonces busca rápidamente un refugio dentro del bolsillo y no se atreve a salir por un buen rato. mientras tanto la cara tiene que seguir dando la cara
por el resto del cuerpo. es la única parte del cuerpo que resiste desnuda ante el refrigerador en el que deambula. Los árboles no tienen muchas opciones.
no pueden esconderse bajo un techo ni desplazarse hacia un albergue. soportan en cada uno de sus brazos el peso de copos y mas copos que caen inclementes.
pero por lo menos iluminan al bosque que ayer lucía tétrico y vacío. ahora cada árbol se muestra frondoso aunque se trate de la efímera nieve.
el caminante sigue su curso y no se detiene porque sabe que el movimiento coordinado de piernas lo llevará a destino y le dará un mínimo de calor.
el caminante debe pensar en todas estas tonterías porque debe manterse despierto. pero en un momento dado la mente se enfría también
y el caminante es un sonámbulo que sueña en un mundo de blanco y negro, de nieve y huella, de frío y helado.

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