Wednesday, January 04, 2006

Mailman, bring me no more blues

A veces llegan facturas, otras veces llega el reporte bancario. De vez en cuando aparece alguna nota del servicio académico. Con relativa frecuencia la compañía de seguros envía alguna información inutil. Alguna vez llega un pedido ordenado en horas de insomnio, cuando se pierde conciencia de precios y presupuestos. Para rellenar los espacios vacíos, siempre hay alguien intentando pescar individuos con spam barato.

Hoy llegó algo un tanto distinto. El sobre era diferente, la estampilla era diferente, la caligrafía era diferente. Adentro, una tarjeta, una imagen.

La nieve eterna -a menos que el calentamiento diga lo contrario- es el punto de intersección. Es el mismo frío aquí y allá. El frío que me vio nacer y el frío que me mira ahora del otro lado de la ventana. El resto es una evocación a una realidad abismalmente distinta y lejana que parece no ser mas que una ilusión estirada de alguna leyenda.

Probablemente -o mejor, seguramente- existen millones de impresiones de la misma tarjeta, pero las inscripciones al interior de la que tengo son únicas. Hace unos días ciertas manos delineaban cada letra, codificando sentimientos. Hoy mi vista decifra los códigos y los tranforma a la vez en palabras, voces, aromas, imágenes y en fin...recuerdos. La mente puede interpretar los símbolos de infinitas maneras. La mía lo hace a su modo.

Lo que trajo el cartero en un sobre, él no lo sabía. Es como quien entrega una bomba. Inocente en la actitud, explosivo en el resultado.

Así es. Esta vez el correo transportó algo más que meros datos.

Sunday, January 01, 2006

In the Name of the Father

We pray in the name of the father
and then we restart our bloody life.
We kick someone's ass,
we dig someone's grave,
we laugh at everybody's back
and we rejoice when someone pales.
We might be thieves and liars,
even naughty jokers and spoilers.
We may drink our neighbour’s wine
and spit at him as reward.

But even we, the creepiest lads
know the meaning of respect.
The dirtiest mind holds a place
for an altar deep inside.
Yes, we have our fears
and our precious holy grails.
So when we start our long journey
we consecrate our acts
to our sacred and beloved

in the name of them... In The Name Of The Father.