Monday, March 27, 2006

Der letzte Mann

Cada día cruza nuestro camino. A veces recoje los sacos de basura. Limpia el azulejo de los aromáticos baños. Vigila el frío vecindario por las noches. Quita la nieve de las interminables rieles. Engrasa el interior de unos trabajadores motores.

Otros días atiende la caja del atestado supermercado. Sirve el predecible menú del día. Reparte la aburrida correspondencia. Conduce el bus que inexorablemente se dirige al centro. Saca copias de una tonelada de textos cuya lectura tomaría algo más que una vida.

Alguna vez soporta el hedor de una dentadura careada. Lleva a cuestas un proceso plagado de inventos. Administra finanzas de un baron sin regla. Construye carreteras en un país de dementes. Enseña filosofía en una universidad de banqueros.

Pero de vez en cuando se introduce en el espejo, y puede demoler a quien no lo esperaba. Sobre todo a aquel que el día anterior no le miró a los ojos, no le dirigió una palabra ni le hizo una mueca que implicara una sonrisa. Y es que nadie queda exento, en algún momento la maquinaria hace uso de todos sus engranajes, del primero al último.

Saturday, March 11, 2006

sleepwalkers

el caminante sigue su curso y no se detiene. la nieve no ataca como bombardeo, de arriba a abajo; sino como ráfaga de metralleta, horizontal y que entra
a la boca si se habla demasiado. si hay suerte y el viento decide descansar por un rato, la nevada puede ser hasta agradable. por lo menos al principio.
cuando la nieve es nueva es dócil y acepta cualquier forma que el capricho decida. las huellas son los ejemplos mas simples. cada paso queda tan fina y
limpiamente demarcado que da pena que otro venga enseguida y lo borre. huella de bota, huella de perro, huella de bicicleta. de rato en rato da ganas te tocar
la plataforma blanca y uniforme que se forma sobre las jardineras, perfectamente plana. pero la mano toca esa masa blanca y siente que se congela y se paraliza
por un instante. entonces busca rápidamente un refugio dentro del bolsillo y no se atreve a salir por un buen rato. mientras tanto la cara tiene que seguir dando la cara
por el resto del cuerpo. es la única parte del cuerpo que resiste desnuda ante el refrigerador en el que deambula. Los árboles no tienen muchas opciones.
no pueden esconderse bajo un techo ni desplazarse hacia un albergue. soportan en cada uno de sus brazos el peso de copos y mas copos que caen inclementes.
pero por lo menos iluminan al bosque que ayer lucía tétrico y vacío. ahora cada árbol se muestra frondoso aunque se trate de la efímera nieve.
el caminante sigue su curso y no se detiene porque sabe que el movimiento coordinado de piernas lo llevará a destino y le dará un mínimo de calor.
el caminante debe pensar en todas estas tonterías porque debe manterse despierto. pero en un momento dado la mente se enfría también
y el caminante es un sonámbulo que sueña en un mundo de blanco y negro, de nieve y huella, de frío y helado.