Saturday, August 25, 2007

encierro y naufragio

Desde que cae la noche los cocineros y empleados preparan la fuga, no saben exactamente por qué, pero la necesidad de escapar se esparce sobre sus mentes. Mientras tanto las visitas llegan e inician el teatro insípido de la reunión social. Detrás de la acogedora pareja de anfitriones se disfrazan historias de infieles; la delicada virgen arroja ceniceros a las ventanas; la refinada señora del paño de lino oculta un ave descompuesta en el bolso.
Alrededor la rutina trata de imponerse en el dialogo monótono y repetitivo que parece salido de algún libreto. Las preguntas que van y vienen son una obligación contractual y sus respuestas interesan tan poco que se olvidarán en un par de horas. Así como se olvidan los nombres de caballeros presentados 15 minutos antes. El aplauso a la supuesta pianista es otro automatismo que por lo menos despierta al resto de los presentes.

Y luego el desastre se consuma, una tras otra la seguidilla de excusas falsas y medias verdades van construyendo un muro inquebrantable. En la primera noche se quitarán el frac, por necesidad y por "atenuar la incorrección". Luego serán los peinados que sufran el aporreo de una noche sin almohada. Pero la naturaleza humana va mas allá de esos simples detalles, y tras unos cuantos días los frágiles disfraces caen. Las alucinaciones de los enfermos provocan la ira de los impacientes, que se afeitan el cuerpo como único medio de mitigar el aburrimiento. El hambre hace comer papel al mayordomo que recuerda sus días de infancia escolar. El médico proporciona morfina como único medicamento para su banda de náufragos.

Pronto la desesperación se apodera de los invitados y los instintos animales son los que salen a flote. Las creencias místicas, escondidas en lo hondo de la vergüenza no tienen reparo en salir, como palabras secretas de la masonería o como rito esotérico de plumas de gallina. La única salida para un par de jóvenes amantes fue el suicidio, pero sus cuerpos inundan ahora el cuarto de un olor nauseabundo, que únicamente aumenta la tensión entre los convidados. Cuando el hambre ya va a cobrar mas víctimas, el milagro de los corderos que se entregan al altar de sacrificio abre nuevas esperanzas. No de vida como la conocían antes, sino de supervivencia, primigenia, salvaje. Es alargar el suplicio.

Pero al final, cuando la barbarie intenta llegar a la cúspide, el sacrificio humano en favor de un improbable favor divino, se produce la inesperada repetición de los hechos. Y esta vez no hay excusas prefabricadas, unos segundos de lucidez hacen a todos volver a utilizar eso que llaman razón, para recobrar la libertad autonegada. Volver a jugar, cada uno su rol respectivo, pero esta vez con algún sentido, verdadero, casi puro.

Pero es libertad durará poco, el rito eclesiástico de "acción de gracias" será suficiente para volver a encerrarse en las burdas convenciones y maquinales maniobras precompiladas que ocultan las verdaderas intenciones. Es un mundo falso y vivimos de mentiras para sobrellevarlo.

Sunday, July 22, 2007

retorno del anti-héroe

Cuando se gasta la historia romántica del solitario idealista y de su dama inmaculada, se tiene que recurrir a personajes y relatos de pueblo olvidado, de esos que se ahogan en un invierno insaciable, de días cortos y húmedos.

En lugar del valiente que se abre paso entre una muchedurmbre de forajidos pistoleros, el anti-héroe es un grosero jugador de poca suerte pero con ambiciones de negociante y administrador de saloon. Su dama no es la princesa de bellos modales sino una matrona escortada por un séquito de prostitutas. Ella y sus cortesanas no dudarán un instante en venderse por cinco billetes; saben que no están rodeadas por los caballeros de Camelot sino por una manada de mineros abandonados a su suerte entre la montaña y el bosque.

El anti-héroe no confrontará al villano cuando este se presente. Preferirá humillarse frente a su gente, y huir antes que levantar la frente. Tampoco será capaz de decirle a su dama que hay algo mas que monedas entre ambos, y que la poesía, cuál poesía? , la lleva dentro. O por lo menos eso cree. Y ella tampoco hará el esfuerzo por imaginar una historieta de hadas sin futuro posible. Su vida nunca saldrá del bordel, así que el único refugio será la pipa del opio.

El anti-héroe tal vez habrá cambiado a la comunidad de mineros miserables, tal vez haya tocado por primera vez el alma de su desdichada dama, tal vez haya despertado ansiedad en sus enemigos. Pero su destino está del lado de los insignificantes. Si obtiene alguna ganancia en su saloon, será para que se esfume o se la arrebaten. Si llega a sentir algo por su dama, nunca recibirá una respuesta. Si vence a sus enemigos, será dándoles un balazo por la espalda o en un movimiento inesperado.

Pero no, el anti-héroe no podrá festejar su victoria. Porque siempre terminará el día enjuagando su derrota. Su cuerpo quedará sepultado en la nieve de la agonía, ante la indiferencia de su gente y el olvido de su dama.

Tuesday, June 19, 2007

carnage

lo peor de los cobardes es que son imprevisibles cuando estallan. toda la devastación reprimida puede romper los diques de la cordura. y sale el animal salvaje. ese que juega al golf con los sesos de su víctima, o que quema con aceite su cara, o por último lo decapita con una trampa para osos.

no se trata simplemente de una venganza contra una o dos personas. es una arremetida contra esa civilización mentirosa que esconde bajo la sotana una vitrina de maldad y vicio. los violadores toman justicia por mano propia, tiran la primera piedra. al único referente de decencia le clavan plomo en el pecho.

el mundo es inmundo, y nos hace carniceros.

Tuesday, May 01, 2007

nothing as it seems

Mientras paseo por un parque de esos que la primavera have muy verdes, tengo diferentes escenas alrededor. La de la familia en día de campo. La de los embrujados enamorados por la primavera. La de los jóvenes guitarreros del tirol. La del niño y padre futbolistas frustrados. Y tantas mas.

De cada escena no soy mas que observador, como en el teatro o como en el cine. O mejor, como un fotógrafo. De todas esas complicadas tragedias y comedias humanas solo capturo unas cuantas imágenes al vuelo. De toda una novela interminable y complicadísima me quedo con fotos mentirosas. Solo me muestran la verdad de mis ojos y mis prejuicios.

Los amantes en realidad son enemigos a muerte, el mendigo en realidad conduce un convertible. El trofeo que hoy es invaluable mañana lo tiraré a la basura. Las figura amorfa que ignoro a lo lejos, tal vez es el santo grial. No importa.
Finalmente yo también debo ser una mancha mas en esas difusas fotos que los otros entienden como 'su' verdad.

Thursday, March 22, 2007

nursery crime

La libertad, esa idea abstracta que está en nuestros sagrados altares. Esa misma que a veces confundimos con una irresponsabilidad enmascarada. La arrancamos de quienes creemos que abusaron de ella. A esos infelices los recluímos. Pero también a aquellos que no entienden la realidad que nuestra tradición ha impuesto.
Decimos que no entienden, que en realidad son víctimas de los caprichos de la indefensa mente humana. A ellos también los encerramos. Todos ellos juntos en una misma jaula. Creemos en su inferioridad, ya sea con lástima o con desdén. Aunque diplomáticamente hagamos manifiestas las condolencias por su estado lamentable, yace tácita la premisa de nuestra superioridad sobre esos desvalidos.
Y cada día somos testigos de sus necedades. Escuchamos la incoherencia de su discurso, sentimos la monotonía de su movimientos, miramos de reojo el desorden de sus cabelleras. No pueden en ningún caso valerse por si mismos. Siempre necesitarán un asistente omnisciente que tendrá que asegurarse que coman, que se vistan y que no depositen su excremento en otro lado que no sea un inodoro. Hay algún bochorno peor?
Tal vez. El convertirse en esclavo de esos infelices es nuestro peor temor. Todos los días y durante años como espectadores de una tragedia que solo puede empeorar y degenerar. Nunca habrá progreso alguno, solamente deterioro en cada una de esas mentes desordenadas. Si a ellos les privaron de libertad, pues también lo hicieron con nosotros. Nos une una cadena que no solo nos tiene quietos sino que nos lastima los tobillos.
Así que disimulamos nuestra miseria con la humillación de esos desgraciados locos. Que se subordinen, que se convenzan de su locura, de su ineptitud para caminar en las aceras de nosotros los cuerdos. Les otorgamos la libertad de ser excéntricos dentro de cuatro paredes. Mientras nosotros somos prisioneros en nuestra tediosa lucidez.

Tal vez tenríamos que intercambiar roles alguna vez, al final quién decide cuál es la barrera de la sensatez? Ese arbitrario juicio nos pone a unos a izquierda y otros a derecha, pero ambos atados a un destino cruel. La fuga es la única alternativa, aunque esta signifique la muerte misma.

Friday, March 09, 2007

the washing of the water

Minutos antes de aterrizar en el Aeropuerto Internacional de Portela, desde las ventanillas de la lata voladora que me transportaba podía mirar esa especie de lago que forma el río Tajo al salir al Océano. Los 17 kilómetros que separan las riberas del Tajo en ese sector están increíblemente unidas por el puente Vasco da Gama, campeón de longitud en Europa pero delgado hilo blanco visto desde las alturas.

A diferencia de otros aeropuertos, el de Lisboa está ‘en medio’ de la ciudad, a pesar de su tamaño y el trafico al que está sometido. Seguramente están violando normas internacionales así que en algunos años tendrán que construir otro.


El trayecto en bus hasta el centro de la capital es relativamente corto, luego de rodear la plaza del Marquis de Pombal y la de Rossio, finalmente pisé la Plaza de Comercio. Amplia y cuadrada, bordeada por arcadas en las que se confunden turistas y vagabundos, la plaza mira directamente hacia el río Tajo. Antiguos tranvías que deberían estar en museo pasan por la plaza y conducen a las manadas de turistas a los monumentos y plazas ‘importantes’.

La plaza conduce al cuadriculado barrio de Baixa en el que difícilmente se encuentra una ventana en la que no se venda algo. El idioma importa poco, todos se dan modo para hablar portugués o inglés o español o en último caso en señas. ‘Obrigado’ es tal vez la palabra clave.

Alrededor del barrio de Baixa comienzan las calles serpenteantes, obligadas por la geografía de las colinas lisboetas a subir y bajar continuamente. En una de esas subidas en las que se requieren graderías casi paceñas me encontraba buscando el hotel que sería mi centro de operaciones. Luego de una agitada e innecesaria caminata encontré el lugar: el “Hotel de los Poetas”, con un letrero de 20 centímetros de lado y perdido en una calle adoquinada. El hostel ocupaba una antigua casa del siglo 17, de pasillos no aptos para barrigas llenas y techos traicioneros demasiado bajos.

En las ocas habitaciones de la casa se dieron maneras para acomodar la mayor cantidad de camas posibles, literas en muchos casos, con improvisadas cortinas en lugar de puertas.

Muy cerca del hotel y en general en todo el centro de la ciudad es común toparse con sujetos de apariencia extraña que parecen pedir algo. Al principio no entendí que querían pero eventualmente pude escuchar ‘erva?’, es decir hierba. Por algún motivo ese tipo de gente creía en todo momento que yo estaba interesado en sus productos, pues en todas partes me abordaban. Por qué será.

Por las calles del centro es extraño ver todo tipo de ‘pensiones’ incrustadas en las esquinas, delatadas por las pizarras en las que está escrito el menú del día. Mientras terminaba una sopa espesa y cargada los otros pensionarios llegaban y comían ‘uma sande de choriço’ y se gritaban en portugués. No son restaurantes, son pensiones.

Pero ese ambiente pueblerino se extingue al salir de los barrios antiguos, y especialmente al entrar a los tubos de metro. Las muchedumbres de metro son parecidas en todas partes, se respira cansancio y los pies parecen obligados a apurar el paso.

La parada final del metro ‘Vermelho’ es en uno de los barrios más ‘modernos’ de Lisboa, allí donde las últimas modas y tendencias llenan las vitrinas de los centros comerciales. Pero ahí mismo está también el Oceanarium de Lisboa. El agua salada artificial de sus estanques es el medio en el que bichos de todo tipo nadan en círculos ante la mirada de cientos de curiosos. Entre ellos un tiburón toro al que había que alimentar con frecuencia para que no termine con sus vecinos. Una raya gigante era tal vez el animal más vistoso, aunque tenía un pez avivado pegado en el lomo demostrando comensalismo en vivo. Menos espectacular que la raya pero más extraño, era un pez ‘sunfish’ que apenas se movía y parecía una piedra. El enorme sunfish puede llegar a tres metros y tiene huesos, su forma es tan rara que cuesta descubrir su boca y ojos.

El estanque principal estaba dividido e 4 sectores, en los que simulaban el Antártico, el Atlántico, Pacífico e Indico. Si bien parece un poco penoso que toda esa variedad de seres tenga que vivir recluida en ese ambiente relativamente reducido. Pero por otra parte se ve que los cuidan mejor que a personas y los más importante, permiten el estudio y reproducción en cautiverio de especies en peligro.

O por lo menos eso nos hacen creer….

Tuesday, January 09, 2007

El Meta

Luego de encajar el tercer gol el arquero dejó de pensar en el partido. El ir y venir del balón ya le importaba muy poco. Era claro que en 15 minutos era imposible revertir el desastre. Y de entrar más goles, ya nadie notaría la diferencia. 3-0 o 6-0, de todas maneras significaba un golpe en la cara con una cacerola.

Alejando su mente de la pateada y maltratada pelota, recordaba sus primeros días en la academia, dónde llegó gracias a un tío que lo vio jugar en la escuela. 'Será como Rummenigge' sentenciaba el tal tío. Y es que empezó jugando como delantero, se quedaba solo al frente, esperando que los balones le lleguen y aprovechando cada centímetro que le daban. Nunca en su vida había visto al tal Rummenigge. Ese nombre quedó grabado en su memoria como el de un héroe de leyenda, de esos que jamás se ven pero de quienes se habla mucho.

'Debí seguir siendo puto delantero centro' se decía, mientras practicaba maquinalmente un saque de meta. Don Alberto, el viejo profesor de la academia, le dijo una vez que tenía reflejos de gato. De una semana a la otra lo convirtieron en arquero. Golero, portero, guardameta, guardavallas, cancerbero. Ahora cada vez que encontraba a su tío, le hablaba de un tal Sepp Maier. Se ponía un pull de mangas demasiado largas hasta que le regalaronunos guantes. Y por años se quedó allí, bajo los 3 palos que ahora eran 3 postes metálicos vestidos de blanco.

Un córner se producía en el arco contrario. Pero él seguía pensando en los años que ya había pasado jugando en la misma liga de ascenso. Ya era demasiado tiempo y seguía estancado allí. Ese año decían que tenían mayores posibilidades de subir. Los otros clubes 'importantes' de la liguilla no tenían dirigentes de peso. No tenían los medios. Simple y tonta teoría, resultados como el de ese día probaban lo contrario. 'Ni así subiremos carajo' pensaba mientras despejaba un balón perdido.

Tal vez esto del fútbol era un error del más grueso. A todo esto su tío que tanto hablaba de fútbol era abogado. Y parecía irle mejor. 'él no juega el descenso indirecto', se decía sarcásticamente al mismo tiempo que el árbitro sonaba el final del partido. Por fin la pesadilla había terminado. 'Mi último puto partido' comentaba para sí mismo. Sus compañeros se acercaban corriendo. 'Uta Chelo, no nos va mal éste empate no?'