Resulta aveces muy útil la facultad de ser indetectable. Por X motivos los sentidos de terceros no se percatan de la presencia de uno. Sin que se den cuenta, cosas suceden a su alrededor y, de pronto, aparecen sorpresas sobre la mesa sin que se sepa de dónde llegaron ni cómo. Los gnomos de la noche.
Gran ventaja para quienes intentan enterarse de cosas que no deberían, detalles que no tendrían que trascender pero que obviamente lo harán, y por los caminos menos esperados. Por medio de esa gente que aparece en los momentos precisos en los que justamente circulan las palabras mágicas. Están ahí, atentos y aprovechando su invisibilidad. Los espías, los infiltrados, los pescadores de novedades.
O también los saboteadores. Esos que velan por el buen naufragio de sus enemigos, que atacan en las sombras cuando todos duermen, y perforan el casco del buque rival. Permanecen ocultos hasta que suena la hora de golpear, y cuando lo hacen ya es demasiado tarde; cualquier esfuerzo solamente atenuará la catástrofe.
Quizas sea igualmente interesante para el amante furtivo. Ese que no conoce otra puerta que la ventana y que saluda a su víctima con el sombrero al día siguiente. Una suerte de batman que no puede consolar su suerte y se desquita atacando cuando la ciudad está ocupada roncando.
O tal vez, en algún caso, alguien encuentre útil ser invisible para simplemente evitar las perturbaciones de la marea humana.
John Cleese lo ilustra apropiadamente.
"This demonstrates the value of not being seen."