El Meta
Luego de encajar el tercer gol el arquero dejó de pensar en el partido. El ir y venir del balón ya le importaba muy poco. Era claro que en 15 minutos era imposible revertir el desastre. Y de entrar más goles, ya nadie notaría la diferencia. 3-0 o 6-0, de todas maneras significaba un golpe en la cara con una cacerola.
Alejando su mente de la pateada y maltratada pelota, recordaba sus primeros días en la academia, dónde llegó gracias a un tío que lo vio jugar en la escuela. 'Será como Rummenigge' sentenciaba el tal tío. Y es que empezó jugando como delantero, se quedaba solo al frente, esperando que los balones le lleguen y aprovechando cada centímetro que le daban. Nunca en su vida había visto al tal Rummenigge. Ese nombre quedó grabado en su memoria como el de un héroe de leyenda, de esos que jamás se ven pero de quienes se habla mucho.
'Debí seguir siendo puto delantero centro' se decía, mientras practicaba maquinalmente un saque de meta. Don Alberto, el viejo profesor de la academia, le dijo una vez que tenía reflejos de gato. De una semana a la otra lo convirtieron en arquero. Golero, portero, guardameta, guardavallas, cancerbero. Ahora cada vez que encontraba a su tío, le hablaba de un tal Sepp Maier. Se ponía un pull de mangas demasiado largas hasta que le regalaronunos guantes. Y por años se quedó allí, bajo los 3 palos que ahora eran 3 postes metálicos vestidos de blanco.
Un córner se producía en el arco contrario. Pero él seguía pensando en los años que ya había pasado jugando en la misma liga de ascenso. Ya era demasiado tiempo y seguía estancado allí. Ese año decían que tenían mayores posibilidades de subir. Los otros clubes 'importantes' de la liguilla no tenían dirigentes de peso. No tenían los medios. Simple y tonta teoría, resultados como el de ese día probaban lo contrario. 'Ni así subiremos carajo' pensaba mientras despejaba un balón perdido.
Tal vez esto del fútbol era un error del más grueso. A todo esto su tío que tanto hablaba de fútbol era abogado. Y parecía irle mejor. 'él no juega el descenso indirecto', se decía sarcásticamente al mismo tiempo que el árbitro sonaba el final del partido. Por fin la pesadilla había terminado. 'Mi último puto partido' comentaba para sí mismo. Sus compañeros se acercaban corriendo. 'Uta Chelo, no nos va mal éste empate no?'